¿Qué tan malo es estar sola?

La soledad, observada desde la educación que hemos recibido en esta sociedad, puede ser un aspecto subvalorado y hasta mal visto. 

Consideramos a una persona que no tiene muchos amigos y que busca espacios de soledad como alguien raro. 

¿Cómo puede ser posible? Si somos animales sociales, nos gusta vivir en comunidad, formar familias y desarrollar amistades que nos acompañen en nuestro camino.

Sin embargo, alguien puede estar rodeado de muchísima gente y sentirse solo; o, por el contrario, vivir sin nadie alrededor y no percibir la presencia de la soledad. 

Entonces, según cómo la miremos, la soledad puede ser un tanto engañosa. En este artículo pretendo mostrarte algunos elementos que te ayuden a «desenmascararla» para que definas tú misma si el tema de la soledad es tan importante o simplemente tiene mala prensa.

Encontrar pareja: ¿Mejor mal acompañada que sola?

Considero que, como todo en la vida, el valor que le damos a las cosas y situaciones depende de la manera en que las percibamos. 

Esta percepción se construye a partir de patrones o directrices que nos han enseñado y los valores unidos a ellos. Definir qué es bueno y qué es malo, depende de cómo nuestro entorno lo integre, y de esa misma forma lo hacemos nosotros, de manera automática, cuando no ha habido un cuestionamiento de aquello que asumimos como «lo normal».

Uno de estos patrones muy arraigado en la sociedad moderna, se basa en lo que consideramos un factor indispensable para la vida: la necesidad de encontrar una pareja. 

Si no tienes pareja, y pasas esta «condición» por el tamiz social y el de tus propios juicios, puedes considerar que tu vida está mal, incompleta, que no has sido capaz o suficiente, que no podrás ser feliz. 

Esto te lleva, en muchos casos, a aceptar lo que venga. Así sea solo un poco de amor o cariño que no te llena o no te hace sentir bien; lo admites con la intención de suplir esa necesidad, pagando, muchas veces, un alto precio para tu bienestar.

Estoy de acuerdo con el placer y la buena vibra que nos otorga sentirnos amadas, que nos quieran, que nos cuiden y tener compañía para compartir planes, pensamientos y hasta silencios. 

Sin embargo, este sentimiento de soledad por la ausencia de ese «otro» que ofrezca tales beneficios físicos, emocionales y espirituales, puede hacer que te percibas incompleta, abandonada y desvalorada, sobre todo si tienes baja autoestima.

Esa posición de escasez puede llevarte a desconectar de tu valor real y a conformarte con cualquier oferta que calme tu necesidad de amor, así sea por un instante.

¿Qué tan mala es la soledad?

Es difícil engañar al corazón. Él no sabe de etiquetas ni de reglas sociales. Sabrá que eso que recibes no es realmente amor, no es lo que anhelas y, por lo tanto, no te hará feliz. 

El corazón es sabio. Aunque te empeñes en lo contrario, él entenderá que tu relación es débil, sin calidad, sin compromiso y, sobre todo, no está a la altura de tu alma. 

Poco a poco esa incoherencia se va manifestando de forma muy palpable. Te sientes inquieta, confrontada y triste.  Disminuye tu certeza y tu energía vital. Aún así, recibes ese falso amor y te autoconvences de que no importa, que solo lo tendrás «mientras llega algo mejor»; entonces, lo dejarás.

Y es allí donde está el problema. Ese «algo mejor» se va a perder en el camino hacia ti. No lo verás, porque tu energía estará ocupada en esa relación de paso, mientras tu autoestima se minimiza con cada encuentro. 

Te habrás conformado con unos estándares pobres. No vibrarás desde tu espíritu, pues recibir poco y conformarse implica darte ese merecimiento y desde ahí, desde ese centro energético que tiene esas características, te presentas ante tus pares.

Abraza tu soledad. ¡Ámate!

La soledad es un espacio íntimo, amoroso y maravilloso, que te invita a reconocerte en tu potencial, para ti y nadie más. Es la luz que resulta de lo que haces a diario por ti, desde cómo cuidas tu cuerpo —con ejercicio y buena alimentación—, cómo te hablas y cómo te escuchas, hasta la autocompasión que ejerces en cada proceso. 

Tu energía es resultado de todo lo anterior. Eres tu propia fábrica de milagros en la que te conviertes en la única proveedora.

Esta es la base de tu autoestima, alimentada por el nivel de amor propio que te tienes. Y ese lugar depende del diálogo que mantienes «tú con tú», además de las relaciones y las personas que permites en tu vida. 

Te invito a que hagas un alto y aprecies este instante de tu vida. Es un excelente momento para que inviertas tu energía y foco en construirte, en darte y reconocerte como el ser maravilloso que eres, para establecer relaciones sanas que cumplan y superen las expectativas que tienes en tu corazón.

No hay «una manera de ser», existe «tu manera de ser». Esa que te hace sonreír, que te acompaña en cada proceso. Existe, sí existe. Pero solo se materializará en la medida en que tÚ lo creas posible.

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